Temblores en septiembre, más allá de la coincidencia
La semana pasada, al igual que muchos, leí y escuché en
redes sociales y medios de comunicación diversas opiniones sobre los sismos en México, particularmente acerca de que septiembre es un mes marcado por
terremotos, lo cual muchos consideran "mera coincidencia". Esto me
llevó a preguntarme si esta asociación podría ser parte de una especie de
psicosis colectiva o si realmente tiene un fundamento. Movido por la
curiosidad, decidí aplicar un poco de ciencia a esta situación y quisiera compartir
mis hallazgos y reflexión.
Debo aclarar que este ha sido un ejercicio realizado de manera casera y sencilla, que aunque contiene un rigor científico, este es el mínimo indispensable para evitar decir alguna barbaridad. Lo primero que hice fue descargar los datos disponibles del Servicio Sismológico Nacional (SSN), accesibles para cualquier persona. Posteriormente, como debe hacerse, decidí depurar los datos, para lo cual seleccioné solamente los registros a partir de 1960, esto porque a partir de esta década el SSN comenzó a utilizar sismógrafos electromagnéticos y se integró al Instituto de Geofísica de la UNAM, lo cual mejoró notablemente la calidad y precisión de las mediciones sísmicas. Además, decidí incluir solo sismos de magnitud superior a 5.0 en la escala Richter, dado que se registran numerosos sismos constantemente, pero la mayoría de son imperceptibles en nuestra vida cotidiana. Los eventos de menor magnitud, aunque comunes, generalmente resultan en daños mínimos.
A partir de estos realicé un análisis, que en primera instancia como se puede observar en la primera gráfica, septiembre es el mes con la mayor frecuencia de sismos
registrados (barras naranjas), además este mes también destaca por concentrar el mayor número de sismos de magnitud superior
a seis (barras azules). Este hallazgo subraya la importancia de septiembre en términos de
actividad sísmica y riesgo potencial.
Posteriormente, asigné a cada día del año un número, del 1
al 365, y contabilicé el número de sismos que ocurrieron en cada fecha. Los
resultados, reflejados en la segunda gráfica, confirman un aumento en la
actividad sísmica durante septiembre (aproximadamente entre los días 240-270), destacando además que los dos sismos de
mayor magnitud registrados en este período también ocurrieron en este mes.
Es importante aclarar que con este análisis no podemos
establecer una correlación directa -la correlación indica una relación
estadística entre dos variables, es decir, cuando una cambia (mes), la otra (sismo) tiende a
cambiar también-. En este caso, aunque observamos un patrón de actividad
sísmica en septiembre, no podemos afirmar con certeza que este mes cause más
sismos.
Personalmente yo no atribuiría los hallazgos a la casualidad. Es un hecho que en septiembre se han registrado más sismos y de mayor magnitud en México. Sin embargo, con los conocimientos y tecnología actuales, no podemos determinar si esta observación es solo una coincidencia o si nos hacen falta herramientas para comprenderla plenamente.
Finalmente quiero agregar que la información presentada no está destinada a
generar alarma, sino a proporcionar una base sólida de conocimiento sobre
patrones de actividad sísmica. Es fundamental recordar que el propósito de la
ciencia es iluminar y educar, permitiéndonos entender mejor los fenómenos
naturales para tomar decisiones informadas y prepararnos adecuadamente. Con
estos datos y análisis, podemos acercarnos a los sismos no solo con
preocupación, sino con una mejor comprensión y preparación.
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