Huracán Lidia en Nayarit

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El impacto del huracán Lidia en las costas de Nayarit ha suscitado una serie de preocupaciones que van más allá de la mera contingencia climática, este evento pone de manifiesto la complejidad de las decisiones que se deben tomar en situaciones de emergencia. En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, resulta crucial no solo contar con información precisa, sino también interpretarla de manera correcta para adoptar medidas que sean al mismo tiempo cautelosas y proporcionadas, de ahí la importancia del aporte de la ciencia, que debe servir como brújula para guiar acciones concretas.
Si bien es cierto que la suspensión de actividades y clases en todo el estado de Nayarit desde el pasado lunes 9 de octubre pudo haber sido considerada apresurada por algunos, es necesario recalcar que las decisiones en contextos de emergencia a menudo implican un balance entre precaución y continuidad. ¿Cuál es el costo de la excesiva precaución frente al riesgo de la falta de ella? En el caso de Nayarit, el gobierno optó por priorizar la seguridad de la población, y eso es una elección que, aunque discutible, se respeta. Sin embargo, en mi opinión considero que cada institución (o responsables de ella), y en última instancia cada individuo, debe ser capaz de traducir los comunicados generales en acciones específicas.
Es de suma importancia comprender que, pese a habitar un mismo espacio geográfico y recibir las mismas alertas meteorológicas, las amenazas que enfrentamos pueden variar significativamente. Mientras que las personas que viven próximos a costas, ríos o áreas susceptibles a deslizamientos de tierra deberán adherirse a protocolos de seguridad más rigurosos, otros en zonas con menores riesgos podrían no necesitar medidas tan radicales. Por ejemplo, sabemos que Tepic se ubica en un entorno natural resguardado por cerros y colinas, lo que confiere cierto nivel de protección ante determinados fenómenos climáticos. Tal circunstancia subraya la importancia de un entendimiento profundo de nuestras condiciones ambientales locales y su interacción con eventos atmosféricos más generales, un entendimiento que sólo se logra mediante el estudio riguroso y la observación científica. En este sentido, las instituciones también deben ser flexibles y adoptar, por ejemplo, modalidades de trabajo en casa durante situaciones de emergencia, este tipo de adaptabilidad no solo minimiza las interrupciones, sino que también reduce los riesgos asociados con el desplazamiento durante eventos extremos.
Los medios de comunicación y las redes sociales desempeñan un papel crucial en la configuración de la percepción pública respecto a estos eventos climáticos. La adopción de un tono alarmista puede incitar a exageraciones que, en consecuencia, generen una serie de problemas colaterales, como el estrés a nivel comunitario. Aunque es esencial mantener un nivel de precaución, resulta igualmente imperativo establecer un enfoque comunicativo más equilibrado que informe a la población sin sembrar el pánico. En mi propia experiencia, observé compras impulsadas por el miedo, lo cual ilustra la importancia de una comunicación responsable.
Vivimos en un estado en el cual se presentan constantemente en cada temporada Huracanes y lluvias fuertes y ante ello debemos ser resilientes. La resiliencia no se trata solo de fortalecer infraestructuras o implementar medidas de conservación ambiental, también se trata de adoptar un marco mental que nos permita enfrentar la incertidumbre con compostura y claridad. La resiliencia, en este sentido, se construye tanto a nivel comunitario como individual. Y aún más allá de las medidas estructurales y la ciencia detrás de la preparación para eventos extremos, es indispensable cultivar la empatía. Esta forma de resiliencia emocional y social no solo mejora la cohesión comunitaria, sino que también nos permite tomar decisiones informadas que benefician al colectivo, y no solo a los individuos aislados. La empatía nos impulsa a considerar cómo nuestras acciones, o la falta de ellas, afectan a aquellos que están en situaciones más vulnerables.
Este es un llamado para que todos, desde los responsables políticos hasta cada ciudadano, utilicen el conocimiento científico como base para la toma de decisiones, interpreten la ciencia de manera crítica pero también pragmática, a entender la naturaleza para vivir en consonancia con ella, y no en temor constante a su inminente poder. En un mundo que enfrenta desafíos ambientales cada vez más complejos y urgentes, la necesidad de la ciencia para guiar nuestras acciones nunca ha sido más clara. Es a través de la comprensión profunda de los fenómenos naturales y las acciones humanas que los afectan que podemos construir un futuro más seguro y sostenible.Compartido con: Públi

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